Las manifestaciones públicas, especialmente las religiosas, tienden a ser montajes teatralizados. En México –en los últimos años– es notorio cómo los jóvenes de la capital expresan en las calles su veneración religiosa como si se tratara de una gran obra de teatro.
Este proyecto no pretende explicar una situación concreta por el contrario intenta dejar en el ambiente al menos una pregunta ¿por qué hoy los jóvenes de cualquier parte del mundo, especialmente aquellos que están marcados por la violencia, están interesados en la religión?
Este proyecto se concentra en la relación que existe entre la identidad y vestimenta, en cómo “el hábito hace al monje”, en la caracterización como escudo social, religioso y cultural, en el Look o atuendo como universo de significados y de acciones. La representación de lo que se pretende ser o sentir a partir de la apariencia, el vestido, los accesorios y lenguaje corporal de los personajes que yo denomino como “Los iluminados”: de aquellos jóvenes de las diferentes culturas juveniles que expresan públicamente su devoción a la Virgen de Guadalupe, a San Judas Tadeo y los nazarenos del Viacrucis de Iztapalapa como si fueran actores de una película. Son retratos representados en el escenario de la devoción, donde se hace un juego entre el personaje y el fotógrafo para confundir la mirada del espectador. De tal forma que lo que vemos es una puesta en escena de la vida real. Donde el retratado actúa su personaje, lo que se espera de un devoto y el fotógrafo dirige la escena para perpetuar un momento luminoso. Todo es lo que parece, pero nada es real. Sin embargo estas imágenes van inventariando, de manera particular, elementos icónicos, simbólicos y estereotipos de la religión, de la cultura mexicana y del momento histórico.