La isla me sedujo a tal grado que no pude pensar en lo que registraba, me fue imposible hacer un inventario de lo que ahí sucedía como era mi intención. Me dejé llevar por la experiencia de capturar lo que estaba frente a mí, por la emoción que me producían algunas cosas, acciones o situaciones. Conforme pasaba el tiempo, mis ojos y mi alma respondían a la soledad y el aislamiento, al encierro de una prisión sin rejas, y mi cámara ejecutaba automáticamente lo que la emoción de la mirada le ofrecía. Al final, después de un mes con la incertidumbre de no saber cuándo regresaría al continente, no quería saber ya nada de los presos ni de la isla, y destinaba mis últimos rollos de película fotográfica a los fantásticos paisajes que a diario construía, y deshacía el mar sobre la arena, como una danza siempre igual, siempre distinta. Nadie podía saberlo porque era un lugar prohibido para los presos y para la gente libre, era un maravilloso y triste espectáculo que sólo yo podía contemplar.
La serie Islas Marías fue realizada en 1993 en la Colonia Penal Federal Islas Marías, ubicada en el Océano Pacífico, a 12 horas en barco partiendo del Puerto de Mazatlán, Sinaloa. Islas Marías es una cárcel sin rejas pero con inmensos «muros de agua.